El Palenque fue creado al estilo de una tradicional pulpería argentina. Un viejo almacén que constituía el punto de encuentro de la ciudad, donde las personas iban a tomar un vino, comprar diversos productos -como mezclas de hierbas con propiedades mágicas- y para escuchar los chismes. Más allá de las pociones mágicas, hoy El Palenque conserva el concepto del auténtico almacén, pues todas las noches se llena de personas, ya sea para tomar un vino, comer una picada o alguna especialidad argentina, o compartir novedades y -por supuesto- chismes con sus amigos. El vino de la casa aún se sirve en el tradicional pingüino, usado por los gauchos.
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